Resumen:
La moral no es el árbol de moras, como afirmaban cínicamente algunos políticos que fueron deteriorando la confianza pública y sumiendo en la incertidumbre a la honestidad. Lo que sucede es que en este momento sólo vemos el lado oscuro de la Luna. Más aún, el halo trágico de la corrupción y la impunidad cada vez más amplio ha invadido todas las esferas hasta parecer irremisiblemente irresoluble.
Tenemos que voltear al lado brillante de la Luna, por ello la ética y la vocación de servicio del administrador público debe ser un tema fundamental de nuestros días. Algo que en el siglo pasado hubiera sido obvio, de sentido común, ahora resulta que el tema de nuevo está en la palestra por la vorágine de las decisiones y los vicios y costumbres generados por el servicio público y esa mancuerna nefasta de la corrupción y la impunidad.
Estamos en otro momento, es urgente reflexionar sobre ello, porque el Gobierno abierto que empuja la nueva visión de administrar tiene entre sus fundamentos la transparencia y el diálogo permanente con los ciudadanos. Temas de la ética
cruzados con la idea de la moral y cuantificados en el presupuesto, se exponen en este número.